La única cinta del universo ‘Fast & Furious’ en la que no aparece ningún personaje del reparto principal (excepto en la escena previa a los créditos) es considerada por muchos como una de las mejores de la franquicia. Estamos hablando de la tercera película, ‘Fast & Furious: Tokyo Drift’, que se estrenó en 2006 y tenía a Sean (Lucas Black) y Han (Sung Kang) como protagonistas principales.
Situada en el Japón de los años 2000, con el drift como atracción principal, la película está llena de acción, derrapes y carreras. De hecho, se puede considerar como la última entrega de la franquicia centrada exclusivamente en los automóviles. La película cuenta con una curiosa anécdota que tuvo lugar durante el rodaje de una escena y que llevó a un miembro del equipo a la cárcel.
El rodaje ilegal de una de las escenas más famosas de ‘Fast & Furious: Tokyo Drift’
La escena en cuestión es una de las más memorables de toda la película: el momento en el que los protagonistas cruzan el emblemático cruce de Shibuya derrapando con sus deportivos japoneses. En esta escena, donde vemos a Sean, Han y D.K. (Brian Tee) en una persecución, los tres automóviles atraviesan lo que se considera el paso de peatones más concurrido del mundo, por el que transitan más de un millón de personas al día.
Lo lógico sería pensar que Universal Studios, la productora detrás de la franquicia ‘Fast & Furious’, solicitó un permiso a las autoridades japonesas para cerrar el lugar al público y rodar la famosa escena. Sin embargo, el estudio no contaba con este permiso simplemente porque Japón lo niega si es necesario cerrar un lugar público para el rodaje de una película.
A pesar de este contratiempo, como reveló el director Justin Lin en una entrevista con Digital Spy en 2009, esto no impidió que se grabara la escena. Al parecer, Universal Studios tomó a los protagonistas, los automóviles y las cámaras y se lanzó una noche a grabar la escena en el cruce de Shibuya. La escena salió según lo previsto, como habrás podido comprobar en la película, pero las autoridades japonesas no tardaron en actuar.
El chivo expiatorio para librar al director de la película de acabar encarcelado
Sin embargo, una vez apareció la Policía, Lin se percató de que una persona afirmaba que él era el director de la película (el director fue Justin Lin), sin que el propio director lo supiera. “Tenía a este tipo y pensé que había dicho que era yo”, dijo Lin en la entrevista. “No sabía que significaba eso”.
Resulta que esta persona que afirmaba ser el director en realidad era un chivo expiatorio contratado por Universal Studios para que se responsabilizara del rodaje ilegal y asumiera la culpa y la posible condena en caso de que las autoridades fueran a detener al director.
“Nos cerraron, ya había rodado todas las escenas, pero lo que no sabía es que iban a arrestarme. Un tipo se acercó y me dijo ‘Soy el director’. Descubrí que su trabajo era asumir la culpa por mí. Pasó la noche en la cárcel y le estaré eternamente agradecido”, reveló Lin.