A pesar del transcurrir de los años, el Grupo B permanece en la memoria de numerosos aficionados a los vehículos, en especial a los rallyes. A principios de los años 80, este campeonato experimentó un importante avance tecnológico que condujo a la creación de coches espectaculares, extremos y sumamente veloces, hasta que la tragedia tocó a su fin en 1986, según la FIA. Muchos automóviles se convirtieron en leyendas, como el Renault 5 Turbo, el Lancia Delta S4 o el Audi Sport Quattro S1. Otros quedaron en el olvido, como el Volkswagen Polo Sprint.
Si al R5 Turbo le otorgaron en España el sobrenombre de ‘retaguardia robusta’, este Polo Sprint fue su equivalente alemán. Durante esa época, el Campeonato del Mundo de Rallyes era un gran escenario en el que diversas marcas deseaban participar. Eran tiempos del motor central-trasero y Volkswagen intentó alcanzar su cuota de protagonismo con un concepto que, lamentablemente, nunca se materializó. Únicamente se fabricó una unidad que actualmente se conserva en el museo de la marca en Wolfsburgo.
Volkswagen Polo Sprint, el automóvil de rally que nunca se concretó
A finales de 1983, en la reunión anual de balance de Volkswagen se dio a conocer el Polo Sprint, un prototipo con propulsor trasero que representaba una oportunidad para entrar en el mundo de los rallyes. No en vano, era un vehículo con rasgos similares a otros ya presentes en la competencia, como el Renault 5 Turbo y el Peugeot 305 T16. En el comunicado de prensa original, la compañía alemana dejó claro que no tenía intenciones de producirlo masivamente. Lo cual era razonable, ya que la FIA únicamente requería a los fabricantes fabricar 400 unidades para lograr la homologación.
No obstante, Volkswagen nunca mostró un verdadero interés en fabricar un vehículo de rally. En realidad, fue un ejercicio por parte de la compañía para experimentar con los límites del chasis y los desafíos de tracción derivados de la distribución del peso. A esto se suma que el Audi Quattro fue la apuesta de Ferdinand Piëch para el Mundial de Rally.
Un vehículo experimental
El Volkswagen Polo Sprint fungió como un prototipo que los ingenieros alemanes emplearon para resolver los problemas de tracción presentes en los automóviles con gran par motor, peso reducido y tracción delantera. Para enfrentar este desafío, ensayaron una configuración con el motor colocado en la parte trasera, previamente conocida en la marca por el Beetle. Además, implementaron mejoras adicionales con el fin de obtener una aceleración más potente.
Colocaron un motor de cuatro cilindros opuestos de 1.9 litros, proveniente de la furgoneta Caravelle, pero mejorado con inyección electrónica y un compresor G-Lader G40, el sistema de sobrealimentación que Volkswagen utilizó en varios autos deportivos entre finales de los 80 y comienzos de los 90, que comprimía el aire mediante una espiral concéntrica activada por el cigüeñal.
De esta manera, aumentó la potencia hasta los 155 CV a 5.750 rpm, tres veces más que las versiones estándar del Polo. El compresor G-Lader G40 ofrecía un significativo aumento de potencia, aunque, al mismo tiempo, la respuesta era gradual y suave desde las revoluciones más bajas. A pesar de ello, los caballos adicionales eran tantos que Volkswagen también mejoró la resistencia estructural, incluyendo barras estabilizadoras.
Esto, junto a una distribución de peso meticulosamente equilibrada, resultó en una notable estabilidad para el Polo sprint. En general, era capaz de alcanzar los 207 km/h. Desafortunadamente, el ‘culo gordo’ alemán nunca llegó a la producción, ni siquiera para uso en carretera, y mucho menos para los rallies.