En ocasiones, los proyectos más brillantes emergen en los momentos más oscuros. Justo cuando todo parece desvanecerse y la esperanza se extingue, surge algo que renueva la vida. Los años 80 fueron particularmente complicados para SEAT, tras desvincularse de FIAT. En un breve lapso, funcionó como una marca independiente y fue entonces cuando produjo el primer SEAT con un volante Porsche.
Esa década, marcada por la España de camisa blanca de Ana Belén que estableció el régimen democrático y facilitó su integración en la OTAN y en la Unión Europea, comenzó con la venta de las acciones de SEAT por parte de FIAT al Instituto Nacional de Industria, dejando a la marca española sin respaldo. Juan Miguel Antoñanzas asumió el liderazgo y, un año después, se lanzó el SEAT Ronda, un vehículo que le costaría una disputa legal con FIAT, como explicamos aquí.
La era de SEAT como marca independiente
El SEAT Ronda representó la primera apuesta de la nueva etapa de SEAT. A este le siguieron el Málaga y el famoso SEAT Ibiza, presentado en 1984. Este vehículo sencillo y asequible tenía un precio de aproximadamente 850.000 pesetas, es decir, alrededor de 5.100 euros en la actualidad, aunque al ajustarlo por el IPC superaría los 19.000 euros. Sin embargo, fue también el modelo que rescató a la empresa, lo que permitió que Volkswagen finalmente la adquiriese.
El diseño fue encomendado a Giorgetto Giugiaro a través de Italdesign, el interior fue diseñado por Karmann, y para los motores se estableció una colaboración con Porsche. Esta alianza dio vida a los conocidos motores System Porsche .
El SEAT Ibiza de primera generación logró un notable éxito en el mercado. Durante un periodo de nueve años, se presentó en diversas versiones, hasta que en 1993 llegó su segunda generación. Sin embargo, existió una versión muy singular que hoy clasificaríamos como one-off. Este modelo fue obsequiado por el fabricante español a la Casa Real, siendo el SEAT Ibiza del Rey Felipe VI, en su momento Príncipe de Asturias.
El único SEAT con volante Porsche
Este vehículo fue un presente por su decimoctavo cumpleaños, cortesía del Centro Técnico de SEAT. Aunque, por supuesto, no se trataba de un Ibiza común. Estaba diseñado con un color exclusivo, un dorado que no formaba parte de la gama de colores ofrecida. También se le añadió un ensanche en el eje trasero para darle un aspecto más deportivo, aunque el ancho del eje se mantuvo en su medida estándar.
El automóvil contaba, además, con nuevos alerones, faros antiniebla que no estaban aún disponibles en la serie, frenos de discos dobles ventilados, neumáticos más anchos y asientos Recaro de banqueta corta con soportes personalizados para que el entonces Príncipe de Asturias no chocara su cabeza contra el techo. Y, quizás, el elemento más distintivo era el volante de un Porsche 924, convirtiéndolo en el único SEAT equipado con un volante de esta marca.
En cuanto a su mecánica, el Ibiza del Rey Felipe VI incorporaba un motor con inyección que alcanzaba los 101 CV, dos años antes del lanzamiento de la versión SXI, nombre que se podía ver en el montante.