Comúnmente, al asistir a un recinto museístico de autos distribuidos a lo largo y ancho del globo, los ejemplares expuestos lucen tan pulcros y brillantes que es posible divisar tu propio reflejo en su carrocería. Sin embargo, no es siempre el caso. Algunas veces, los salones optan por mantener la mugre de los automóviles deportivos que muestran. ¿Conoces el procedimiento que utilizan?
Pudiera parecer una interrogante sacada de un conocido show televisivo, pero no es así. Aunque suene insólito, ciertos autos se muestran tal cual finalizaron un evento deportivo o test. Lo verdaderamente sorprendente es descubrir la forma en que logran conservarlo, pues con el correr de los días, la película de suciedad que reviste una parte del coche podría sufrir cambios. ¡Incluso la mugre requiere salvaguarda!
El peculiar método de preservación de la mugre en automóviles de competición dentro de los museos
Los recintos consagrados a la historia del automóvil son enclaves únicos para cualquier entusiasta de los motores. Espacios donde es posible admirar gemas que ya no se encuentran en las calles. Usualmente, los más concurridos son aquellos dedicados a coches de época.
En España contamos con varios, incluido el célebre Nave 122 de Seat, hogar de la colección patrimonial de la firma española, donde se albergan ejemplares tan peculiares como el Ibiza del Rey Felipe VI o una versión del Ronda que Seat innovó para protegerse de Fiat ante la Corte de Arbitraje de París en 1982.
Más ejemplos son el Museo de la Historia de la Automoción de Salamanca, el Museo Automovilístico de Málaga, el Museo de Vehículos Jardines de Sabatini en Madrid, o la Torre Loizaga en la provincia de Vizcaya. Más allá de nuestras fronteras, destaca el Conservatoire Citroën, un amplio museo que custodia la trayectoria de la icónica marca de los dos chevrones.
Asimismo, es notable el Musée de L’Aventure Peugeot, situado en Sochaux, donde no solo se exhiben los prototipos iniciales de la compañía gala, sino también una gama de los artículos que comercializó antes de adentrarse en la rama automotriz, tales como bicicletas, molinos de café y serruchos con una tecnología patentada en 1819.
De igual forma, existen museos que se empeñan en preservar la togura de los bólidos de carrera, y para ello recurren a una laca transparente. Este recubrimiento salvaguarda los metales frente a la corrosión, oscurecimiento, humedad y desperfectos ocasionados por el uso y el transcurso del tiempo, manteniendo o acrecentando el lustre. Así, se conserva el estado en el que el vehículo culminó su participación en el evento