En uno de sus trabajos más reconocidos, París era una celebración, el autor estadounidense y Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, describió la capital francesa como un banquete para la existencia. Las calles de Montparnasse le demostraron que “el planeta está repleto de numerosas cosas diminutas que seguramente deberían hacernos sentir felices como monarcas”. Esa autobiografía fue publicada en 1964, tres años después de su fallecimiento, y diez años antes de la exhibición del Porsche 911 Turbo, precisamente, en París. Ahora, medio siglo después, retorna a la ‘ciudad del amor’.
Hace 50 años, fue introducido de manera espectacular, en la Puerta de Versalles, el 911 Turbo. Era octubre de 1974 y la industria automotriz padecía las consecuencias de la crisis del petróleo de 1973. Por ejemplo, en Alemania se había decretado la prohibición de conducir los domingos. No parecía, en absoluto, el momento más conveniente para lanzar un vehículo deportivo de gran rendimiento. Sin embargo, ese día la tecnología de la competición llegó al sector de lujo. El 911 Turbo reclamó un estatus exclusivo desde el inicio.
50 años desde la presentación del Porsche 911 Turbo en París
La presentación global del 911 Turbo en el Salón del Automóvil de París de 1974 causó un gran impacto. 50 años después, el automóvil alemán vuelve a la ‘ciudad del amor’. Ese sitio donde inició una nueva época es una narración de potencia, valor y elegancia eterna. Los Campos Elíseos y el Palacio Presidencial no se encuentran lejos. Se percibe una aprobación en el ambiente. A la izquierda, en la posición de la llave de encendido, se observa un escaparate en sintonía con el color del vehículo. Ocho letras doradas indican la residencia de moda Givenchy.
Hubert de Givenchy fue uno de los creadores del icónico “vestidito negro”. Cierto que esto ocurrió más de una década antes del primer 911 Turbo, pero uno nunca lo diría al contemplarlo. Un clásico, con distinción, eterno, apasionante. No le sobra ni le falta nada. Pese al vertiginoso paso del tiempo, siempre ha sido y será una elección acertada para casi cualquier ocasión. Hablamos de moda, pero ese concepto se ajusta perfectamente al 911 Turbo. Todo gira en torno a un magnetismo permanente, un estilo emblemático.
Un relato de amor a toda velocidad
El retorno a París es como una historia de amor a toda velocidad, en este caso con un automóvil que puede dejar boquiabierto a cualquiera. Las enormes tomas de aire le proveen su sustento vital, el oxígeno. La parte trasera parece que
Brinda libertad sin importar el punto de vista que se considere. Incluso los orígenes de la academia de conducción deportiva de Porsche datan del Turbo, dado que este primer 911 tan vigoroso de fábrica resulta ser desafiante para muchos al tratar de controlarlo.
La demora en la respuesta del turbo, aquel silencio engañoso que ocurre antes de que la turbina entre en acción, es ahora solo un recuerdo lejano, pero aquellos que lograron dominarlo, nunca quisieron prescindir de él. Todo se resume en el control. A pesar de las numerosas generaciones de 911 Turbo que han pasado, un probador comentó: “A los seguidores les fascinará saber que todavía conserva su fiereza”.
Curiosamente, Francia también es reconocida como la cuna de la turbina, concebida hace dos siglos por el ingeniero Claude Burdin, en un principio como una rueda de agua. ‘Turbo’, que tiene su origen en el latín y significa ‘remolino’, en su forma genitiva ‘turbinis’, sirvió de base para nombrar a la máquina de flujo, un hallazgo que aún hoy en día sigue removiendo las emociones de los entusiastas del Porsche 911 Turbo.