La estética es un tema personal. Lo que para una persona puede resultarle atractivo, para otra puede ser desagradable. Sin embargo, a través de la historia ha existido cierto acuerdo en torno a la estética de determinados modelos. Nadie duda, por ejemplo, que el Jaguar E-Type es atractivo (el más atractivo, llegó a afirmar Enzo Ferrari). Asimismo, entre los automóviles más poco agraciados del mundo se encuentran algunos como el Fiat Multipla. También debería incluirse en esta lista el Subaru Impreza Casa Blanca.
Para comprender lo que Subaru intentó lograr con este Impreza tan peculiar, es necesario retroceder hasta los años 90. En esa época, la estética retro estaba en auge en Japón, de manera similar a lo que ocurre hoy con los restomod. Aunque, en el caso japonés, no se trataba de adaptar vehículos del pasado al presente, sino de crear desde cero diseños con un cierto estilo retro.
Subaru Impreza Casa Blanca
Por ejemplo, Nissan presentó el Figaro y la propia Subaru ya disponía del Vivio Bistro. Así, entre 1999 y el 2000, la marca nipona desarrolló el Impreza Casa Blanca, caracterizado por un frontal completamente alterado, con una parrilla cromada y unas luces redondas, al igual que los pilotos traseros. El resultado visual es más que discutible y resulta inevitable pensar que se trata de una imitación china.
Estaba disponible en versión sedán y familiar y solo se podía solicitar en dos tonalidades: azul zafiro o champán metalizado. Mientras tanto, en el interior no había modificaciones. En cuanto a la mecánica, el Subaru Impreza de esa época se ofrecía con motores bóxer de 1.6 y 1.8 litros con tracción delantera y total AWD. Más adelante, llegó un 2.0 GT Turbo. Sin embargo, la versión Casa Blanca solo estuvo disponible con el más básico 1.6, limitado en prestaciones y consumos.
El Subaru Impreza Casa Blanca pasó desapercibido. Apenas se produjeron unas 5.000 unidades, todas para el mercado nacional. Actualmente, se considera una auténtica rareza, aunque no están, para nada, valoradas.
